La noche de Rodri y los Reyes Vagos de Occidente


  
   Las tres figuras se deslizan como de puntillas en las penumbras de las empinadas calles lisboetas. Se mueven en la madrugada con prisas de última hora, ahora adelantan varios metros, ahora se frenan temiendo ser descubiertos, ahora aceleran aprovechando un tramo sin luz, ahora tropiezan con algún bordillo y dejan caer alguno de los bultos que llevan cargados. Se empaña el silencio nocturno. Los porteadores no sólo no pueden ahogar el eco de las cajas que se han golpeado con el suelo, sino que el ruido es replicado por un maullido y cuatro ladridos provenientes de diferentes rincones. Antes de que dos ventanas se hayan pintado ya de luz por el sobresalto, las tres figuras consiguen ponerse a salvo precisamente en el portal que tenían como destino.

   La subida por las escaleras es aún más tortuosa y en cada peldaño suena el mismo estribillo: golpe-chistar-disculpa susurrando-rechistar. También intercalan suspiros y calladas maldiciones. Y de vez en cuando se escucha también alguna ventosidad. Así hasta el cuarto piso, donde se detienen en la puerta C con todo el cargamento de paquetes. Ninguno de los tres ha reparado en que el edificio dispone de un ascensor bien hermoso por el que podían haber subido ellos mismos y los veintisiete bultos. Y hubieran subido como reyes.

   -Es aquí, chicos. Aquí vive ahora Rodrigo Coimbra –dice el primero atusándose la barba blanca postiza.

   -La puerta está cerrada, rey –dice el primero de los tres individuos con marcado acento del este de Europa.

   -¿Y qué te creías? ¿Qué iban a dejarte la llave bajo el felpudo? Anda, déjalo todo ahí y nos marchamos. –este acento es más bien ecuatoriano.

   -Pero, Don Pequeño, no eres muy responsable, no podemos dejar la mercancía aquí ¿y si la cogen otros? Mejor entramos por chimenea, está todo controlado.

   -No la coge nadie –interviene risueño el tercero, que en aquella oscuridad sólo es perceptible precisamente cuando sonríe.

   De pronto la puerta en cuestión se abre y los tres reciben toda la luz del pasillo de la vivienda. Reacciona sólo uno de ellos y lo hace torpemente: “Ho-ho-hooo, somos los Magos de Orienteeee.”. Rodri desde el recibidor los mira estupefacto. La indumentaria que visten -entre regia e indigente-, las barbas medio regular y la voz de falsete del espontáneo no le ocultan a Rodri lo familiar que le resulta la estampa de aquellos tres tipos. Entonces el suramericano recrimina a su compañero búlgaro:

   -¡Serás tonto! ¿cómo que “ho-ho-hooo”? Eso no es de los Reyes Magos. Todo el mundo sabe que esa es de Georgie Dann ¿no, Mata?

   -Un momento… ¿yo no os conozco? Sois Nelson, Vasco y Mata ¿verdad?–interviene Rodri- ¿Qué coño estáis haciendo aquí? ¿y qué son estas cajas?

   -No, no, no… tú no nos conoces pero nosotros a ti sí. Conocemos a todos los niños del mundo. Yo soy Nelsor y estos son Vascar y Matasar, Sus Majestades de Oriente. Mejor dicho, Mis Majestades de Oriente… bueno no, Nuestras Majes… mira, mejor toma esto –y le ofrece a Rodrigo una tarjeta en la que puede leerse: “SERBICIO ESPEZIAL NOCHE DE RELLES. MOVILFIX”

   Mientras Rodri lee esto, el Rey Vascar le susurra al Rey Matasar al oído que Don Pequeño se está haciendo la picha un lío, tío, la estamos cagando. Desde dentro de la casa una voz femenina pregunta a Rodri qué está pasando, a lo que él responde que nada, cariño, los magos, tú sigue durmiendo.

   Los tres reyes lanzan a su agasajado una mirada pícara.

   -¿De verdad te portaste bien este año, Rodri? Eres un niño siempre juguetón y enamorado ¿eh? –dice el más oscuro.

   -Sí, empedernido –apunta el rey Nelsor.

   Pero Rodri vuelve al turrón del asunto.

   -¿Noche de Reyes? ¡Pero si hoy es seis de julio!, es una broma ¿no?

   -Mira, Rodri, ve pasando mercancía al salón, rápido, está todo chequeado y tú eres muy profesional –la voz de Vascar es jovial pero Rodri desconfía aún un poco del regalo. Aunque la verdad es que se empieza a ilusionar. Mira de reojo cómo Vascar se coloca la corona de corcho dorado que se le ladea cada dos por tres y sonríe sin maldad.

   -Pero, Majestades, os estuve esperando el seis de enero y no vinisteis. Qué decepción. ¿Cómo habéis llegado seis meses retrasados?

   -¿Cómo? Pues en camello, que los tenemos aparcados tres calles más allá porque está es de acceso restringido durante la noche, qué raros sois los portugueses.

   -Rodri, luego te explicamos todo lo que quieras pero pasa estos carros rápido, están todos chequeados –insiste Vascar-. ¡Son tus regalos porque este año has sido muy responsable!

   -Tú eres mi rey favorito –la respuesta de Rodri es insólita pero es que ya no cabe en sí de gozo y emoción-, pero todavía no me puedo creer que seáis los verdaderos. ¿No me estaréis engañando?

   -Pues claro que nooo, quiénes vamos a ser entonces –responde Nelsor-. A ver, ¿tú no enviaste la carta?

   -¿Qué carta?

   -Ya sabes, con el sello de Harry Potter y dirigida a la Consejería de Oriente y Asuntos Mágicos, con la solicitud Modelo 06-01 a la Subdelegación de Majestades y Animales de Una o Dos Jorobas con PMA de 1.250 Kgs ¿lo enviaste todo bien cumplimentado, verdad?

   -Pues no, yo eché la carta al buzón que pusieron en el Carrefour –dice algo avergonzado Rodri.

   -Es igual, no te preocupes. Somos nosotros, los auténticos, el Servicio Oficial, nos ha dado la concesión el Ayuntamiento este año.

   -¿Y por qué venís en julio?

   -Mira, chico, es que enero ya vinimos –se justifica Nelsor.

   -Sí, vinimos. Fue ausencia confirmada con contact center –continúa e Rey Vascar.

   -¿Con contact center? –Rodri es una mezcla de ilusión y desconcierto por momentos.

   -Sí, contact center de Consejería mágica, son muy responsables, ellos confirmaron ausencia con reyes magos el cinco de enero por la noche. –Vascar sin dejar de hablar ya ha empezado a meter con brío regalos en el hogar de Rodri-. Todo está controlado. Venga, Mata, pasa mercancía conmigo. Don Pequeño, saca el albarán y Rodri nos lo firma, que es muy responsable.

   -Bueno, antes tengo que ver si me traéis todo lo que os pedí. Piufff!! Buummmmb!! -Rodri ya no sabe qué decir, así que empieza a comunicarse a base de sus expresivas y entrañables onomatopeyas-. Fiuuuu! Eeehhh! ¡Este paquete está roto!

   -No, mira, está bien por dentro. Está todo controlado, me firmó el embalaje Jesús que lo tiene todo controlado, él es muy responsable.

   -Rodriiii, que você está fazendo? Com quem você fala, amor?

   -Tranquila, minha menina, son los Reyes Magos –responde Rodri distraído mientras sigue chequeando los bultos que Nelsor, Vascar y Matasar dejan en su pasillo-. Uuufff, de acuerdo, si lo firmó mi hermano seguro que está bien. Pero creo que faltan dos juegos de X-BOX 360 que os pedí en la carta.

   -Eso es un exceso de venta. Mira aquí, está firmado también por Jesús.

   -¿Exceso de ventas? ¿Desde enero? ¡Imposible! Bueno, da igual porque ya me los regalaron por mi cumple en febrero.

   -Y hubo también un Express de un casco de motorista, al final no había ese modelo y te traemos esta escafandra de buzo. Es más guay.

   -¿Lo firmó también Lopy?

   -Premio.

   -En ese caso…

   -Y esta tabla de snowboard, esta un poco tocada.–Nelsor no sabe cómo explicarlo-. Se ha roto al subirla ahora por la escalera, el pasillo es tan angosto…

   -Tan angosto… que casi es septiembre –remata Vascar.

   -¿Quéééééé? ¿Mi tabla de snow? Puuffff. ¡Completamente partida! ¡No os firmo el albarán! No, no, no!

   -Pero Rodri, ¿para qué quieres una tabla de snow en verano?

   -El hemisferio sur… -se atreve a sugerir Matasar.

   -Calla tú! Mira, Rodri, mejor surfear en la playa con esta otra tabla, fíjate bien, de Rip Curl!

   -¡Ooohhh!! ¡Auténtica! –es pura ilusión el portugués.

   -¡Legendaria!

   -¡Y sin un golpe!

   -Pues claaaro, qué te pensabas. Muy profesionales –dice el Rey Vascar- ¿me firmas el albarán?

   -Un momento… pone veintisiete bultos pero hay veintiséis.

   Vascar y Matasar miran incriminatoriamente al tercer rey, que al momento baja avergonzado la cabeza y saca bajo los pliegues de sus galas un pequeño paquete rojo. “Esto también es para ti”. Y Rodri se lo arrebata de las manos dirigiéndole una mirada de recelo. “Por eso Vascar es mi rey favorito, es bueno y honesto. Pero siempre desconfié de Nelsor al chequear regalos”. Entonces Rodri comienza a girar el pequeño paquete rojo, y se olvida por completo de todos los demás regalos. Lo da vueltas y más vueltas, lo mira y lo remira y con extremo cuidado sopesa qué tendrá o qué no tendrá en su interior. Sus ojos desean escrutar lo que esconde esa porción de misterio. Y parece disfrutar con ese juego. Así durante muchos segundos. Hasta que acaba con la paciencia de los tres tipos que tiene enfrente:

   -¿Lo vas a abrir o qué? -estalla Matasar.

   -No. No hay que abrirlo.-es la rotunda respuesta de Rodri.

   -¿Quéé?

   -Que no hay que abrirlo. Este regalo es así.

   -Claro, una cajita roja vacía, como las que cuelgan de los árboles de Navidad.

   -¿Cómo que vacía? –se indigna Rodri- Mira, Nelsor, no me cabrees más todavía o vas escaleras abajo rodando hasta el camello. Esta caja está más llena que ninguna otra cosa.

   -Sí, señor, eres muy responsable, Rodri, ¿y de qué está llena?

   -¿No lo sabes tú, Rey Vascar? Pues yo tampoco. Por eso creo que esta caja está llena, pero si la abro se vaciará en ese momento. Y tal vez entonces yo me quede también un poco vacío. Tiene un nombre eso, pero no me sale ahora –dice el luso- ¿Cómo era esa palabra…?

   -Engañabobos lo llamaría yo…

   -¿Cómo diceees? Llevaos a este Nelsor de mi vista, no merece ni la corona!

   -Vamos, vamos, don pequeño, no enfades más a Rodri. Pero, Rodri, ¿entonces no quitas el embalaje para comprobar que está todo OK?

   -Por favor, Rodrigo, ábrelo – le pide Matasar.

   -Claro, ábrelo que igual sólo tiene carbón.

   -Sí, de su amiga la Carbonero, no te digo.

   -¿Rodri es amiga de Sara Carbonero?

   -Sí, sí. Tiene fotos con ella en su BMW X3. Rodri es muy profesional, hombre. Además de muy responsable.

   Rodri no se inmuta por estos regios comentarios; sostiene orgulloso su pequeño y singular regalo rojo y les espeta: “Podéis llevaros todo lo demás”.

   -No fastidies, Rodri, otra vez para abajo con todos estos fardos!

   -Pero, Rodri, no puedes rechazar lo que te traen los Reyes Magos.

   -Gracias, este regalo es más que de sobra. Hasta el año que viene, Reyes Magos, a ver si sois mas puntuales. El resto de regalos se los lleváis a otros niños lusos. Estooo, ay, ¿cómo era la palabra esa que quiero decir y no me sale?

   -Albarán…

   -No, albarán no es.

   -Digo que firmes por favor el albarán y nos llevamos mercancía a camellos. Aquí, donde pone “todo bien y soy muy responsable” -le apremia Vascar.

   -Sí, sí, gracias, majos, digo magos... sois muy majos –dice Rodri mientras estampa un garabato de Rdrii DiGo-. Y tú Nelsor, cree en la magia o nunca la encontrarás.

   -Qué bonito, Rodri. ¿Cómo dices esas cosas tan responsables y tan profesionales?

   -Bueno, le copié la frase a una amiga mía de IKEA...

   -Pues entonces ella es también muy responsable. Toma nota, don pequeño -dice Vascar a Nelsor.

   -Sí, sí, lo que vosotros digáis –responde el rey más pequeño con tono cansino- Vaya ilusión.

   -¡Eso era! -grita Rodri gesticulando como sólo él sabe, volviendo a su casa y dando con la puerta en las narices de sus queridos reyezuelos que le mantenían viva la ilusión.

   Pero aún con más ilusión estaban esperando desde hace rato a Rodrigo dentro de su casa, desde donde ya tocaban la segunda y última convocatoria. Rodri regresa a su cama: “Olha, minha menina, que cajita tão bonita”. Y fuera, las empinadas calles de este Lisboa veraniego vuelven a tener el honor de ver desfilar a nuestros ilustres y entrañables soberanos del transporte de cosas mágicas. Y un soberano escándalo es lo que arman nuevamente de camino a los camellos, cargados con todos los regalos. Otra vez maullidos y ladridos a la vuelta de la esquina. “Perdón, chicos, -se disculpa Nelsor- se me ha caído al suelo la escafandra de buzo…”. "Pues recógela, don pequeño, que es de Rip Curl". "Bueno, chicos, debemos seguir nuestra ruta de reparto, que ya llevamos retraso". "Claro, don pequeño, sabes adonde vamos ahora ¿no? Que te lo diga Matasar". "Pues vamos aquí cerca, al monumental barrio de Belém". "Ah, bueno, entonces sólo hay que seguir la estrella".
 

Jesús Megía
Julio 2010 y Agosto 2011
 

 
 

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