Choco-laten


Tambor alegre que repiquetea,
dulce canción que mece el chocolate,
eco vivaz del corazón que late,
lluvia de otro latido que gotea.

Esa pareja de bombas planea
en las nubes de mi escaparate;
mi propio corazón pide rescate
y el feliz doble latir bombardea.

Mi pequeña dirige ese dueto
y golpetea con furia mi pequeño:
bien acompasados se solapan.

Sus ritmos me susurran un secreto,
voces que se repiten en un sueño
bien despierto y con doble amor me atrapan.

Jesús Megía Lopez-Mingo
Mayo 2013

1 comentario:


  1. La mayoría de nosotros moriremos habiendo reunido un reducido puñado de tipos de vivencias. Incluso la vida del más aventurero, aunque dé para una excitante biografía, tampoco debe de ser para tanto. Ahora, muchos de nosotros vivimos alguna experiencia de lo más común pero, a la vez y casi inevitablemente, de lo más intensa. Tener un hijo o esperarlo, por ejemplo. Eso nos convierte en inevitables aventureros, aunque suene a slogan publicitario de un todo-terreno o algo así. Cuando mi novia y yo hace un año esperábamos la llegada de nuestro Héctor o "Simba", una tarde escuchamos el latido del nuevo corazón, momento tan especial para nosotros dos, como para tantas parejas. Inevitable. Las ecografías son además un pretexto perfecto para que ellas se atiborren a chocolate, vamos... almorzao a cholón. Nuevamente inevitable. Con motivo de aquello escribí este soneto, "Choco-laten". Eso sí se podría haber evitado, pero ahí queda...

    ResponderEliminar