La luna de Héctor

Por la mañana se quedó la Luna
de cuarto creciente a quinto octante;
carita de Luna y boca de lactante,
galaxia en tus ojos, nariz montuna.

La tarde lunera amanece en tu piel,
tu madre te acuna en luces de su pecho,
sueñan tus labios que sacan provecho:
chorros de dulzura, gotas de laurel.

Se arruga tu ceño en urgente llanto
elevando la protesta a los cielos...
Que caiga la noche y estrellas reúna!

Llano es mi consuelo: te mezo y te canto,
como harían también tus abuelos.
Desde que existes, mi Sol es la Luna.















Jesús Megía López-Mingo
Septiembre 2013

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